martes, 4 de noviembre de 2014

Hablando de... Te echo de menos.

Sabéis esos días, en los que la lluvia golpea tus ventanas y el viento las sacude tan fuerte que parece que fuera a llevárselas con él. Esos días en los que el invierno ha conquistado las calles y tú lo observas desde tu ventana, como si aquí dentro nada malo pudiera ocurrir. Pues bien, esos días, en los que estás fuera de casa y te asalta la melancolía. 
Echo de menos aquellas tardes en una terraza cualquiera de un bar cualquiera, todos bien abrigados, con la bufanda al cuello. Es tan suave. Y miras al cielo, el sol te da en la cara, y te quedas así durante un instante para disfrutar de su calor. Con tus amigos de fondo riendo y charlando.
Echo de menos encontrármelos a todos, rodeando la mesa del salón. Con un chocolate entre las manos y todo el día por delante para no hacer absolutamente nada además que hablar y hablar. Hasta que nos quedemos en silencio. Aunque…eso nunca pasa.
Echo de menos los domingos de sofá y manta. En los que no pides nada más que eso, tranquilidad. Y de fondo, esta vez, el sonido de la televisión, una película un tanto absurda pero cómica, que te vale para pasar la tarde en compañía de tu familia. Y te sientes realmente en casa.
Y echo de menos el reflejo del espejo, con mis amigas buscando un pequeño hueco para darse los últimos retoques. Echo de menos correr hacia el bus un día de lluvia, y el sabor de la victoria al lograr subir apenas unos segundos antes de que se cerrara la puerta. Echo de menos volver a casa con los tacones en la mano y un camino que parece interminable pero que con buena compañía no lo es tanto. Echo de menos las cenas familiares alrededor de la mesa de madera, en los que dedicas un momento a observar a los demás y sus caras de felicidad comiendo y conversando con el resto te sacan una sonrisa. Echo de menos volver a clase los lunes y gritar un “buenos días” a todos para que te miren como si estuvieras loca. Echo de menos los jueves por la noche, sea cual sea el plan. Echo de menos observar el acueducto imponente, callejear hasta llegar a la Peregrina, o las tardes de largas caminatas por el Paseo Zorrilla.
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Y te echo de menos a ti. Que haces que los días en los que la lluvia golpea tus ventanas y el viento las sacude tan fuerte que parece que fuera a llevárselas con él, el invierno sea más primavera.


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