Últimamente pienso mucho sobre esta sociedad que vive de las contradicciones y que todos nos alimentamos de ellas.Nos pasamos la vida buscando a gente que sustente los pilares de nuestro ser, gente que nos complete o nos complemente, que nos haga sentir líderes y fuertes, pero no nos damos cuenta de que le estamos dando el timón de nuestras vidas.
¿Y qué sucede en ese momento en el que tropiezas y te caes, en el que el abismo está tan cerca que puedes sentir el aire frío que de él se desprende en tu cara? Ahí nadie sirve de consuelo porque crees que ni compartiendo tu preocupación se aliviará tu pena. Entonces nace de ti ese alma de ave fénix. Una fuerza que creías muerta, una llama que creías enterrada en cenizas y un carácter propio de ti que ya sentías perdido. Has regresado a tu esencia. Y tu esencia es lo mejor de ti y lo que te hace ser tan genial como eres.
Ahora, que le has puesto cara al miedo hay algo que te ha sostenido para no caer de ese precipicio pero, ¿qué ha sido eso?, ¿qué te ha hecho sacar la fiera que siempre has sido? O lo que es peor, ¿qué te había hecho esconderla?
Llámalo como quieras y cree en lo que prefieras, en las estrellas o en el destino. Yo no creo ni en él ni en la casualidad. Yo creo en ese alguien por encima de mí que me ha hecho tropezar y caer para recordarme que me estaba olvidado de quien soy y de como he llegado hasta donde estoy. No vengo a dar lecciones ni a hacerte cambiar de opinión. He venido a decirte lo que tú ya sabías y lo que ya has asimilado tanto que a veces se te olvida. Que hay algo que en tu debilidad te hace fuerte.

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