"No te lo tomes a mal hija, porque te tengo mucho aprecio pero... Si te he visto alguna vez, no me acuerdo."
Nunca he entendido a esa gente que dice que solo existe el presente y que hay que disfrutarlo sin pensar en el ayer ni en el mañana. Como si el pasado y el futuro no condicionara de manera determinante el presente de un chaval de veinte años o un anciano de 90.
¿Acaso pesa lo mismo un presente en el que sólo hay futuro que un presente donde sólo queda pasado?
Recuerdo que no hace mucho me contaban sus vidas, sus historias, sus victorias y sus derrotas, me contaban incluso, como se ganaba el pan, como se conquistaron y sus primeros escarceos cuando eran jóvenes. Pero, todo eso ha cambiado, ha cambiado porque a veces, esos recuerdos, parecen ser sombras en el pasado difíciles de descifrar.
Todo parece desvanecerse delante de nuestros ojos sin poder hacer nada para remediarlo, nada para ayudar que eso se frene; el olvido se apodera de ellos.
Lo más duro, a lo que me enfrenté hace unos días, fueron las palabras de mi abuelo. Ese abuelo al que voy a ver varias veces al mes a la residencia y siempre que me ve, me recibe con una sonrisa enorme y un cachete diciéndome "Ya hacía mucho que no venías a verme sin vergüenza"
Pues esta vez no fue así, me acerqué a él como siempre por la espalda y sin que me viera le di un beso en su mejilla derecha, él, que no se esperaba ese beso, se giró y se me quedó mirando con semblante serio, en su cabeza existirían miles de preguntas, supongo yo, como ¿quién es esta? ¿qué hace dándome un beso...?
Al ver su cara, me quede asombrada, y rápidamente le dije ¡¡Abuelo, soy yo, tu nieta!!
Parece que fueron como las palabras mágicas para que su cabeza enlazara recuerdos, y ahí estaba, esa sonrisa y ese cachete de siempre.
Después de un día entero, a la hora de la merienda se me volvió a quedar mirando, una mirada que representaba una clara duda, dolor o rabia por ser consciente de lo que le pasa; y me dijo entre lágrimas que NUNCA podré olvidar...
No te lo tomes a mal hija, porque te tengo mucho aprecio pero... Si te he visto alguna vez, no me acuerdo.
Y como si un jarro de agua fría me cayera por encima, ¿qué no te acuerdas de mí abuelo? ¿no recuerdas mi nombre? ¿no recuerdas las veces que he venido a verte?
Y su respuesta fue una clara negación.
Fue en ese mismo momento donde me dí cuenta de TODO lo que me he perdido con mis abuelos, esas personas que siempre han estado ahí pero que no he sabido aprovechar y ahora con 26 años me arrepiento de no haber disfrutado más de ellos mientras tenían cuerda su cabeza.
Me arrepiento de no haber escuchado más historias de las que me contaban por tener que hacer algo, no haberme ido a dar algunos de esos paseos interminables que se daban por quedarme en casa haciendo 'nada', por no haber ido más veces al pueblo porque era invierno y hacía mucho frío, por no haber compartido con ellos más momentos de mi vida.
Por desgracia, mi abuela está peor que mi abuelo, su Alzheimer está mucho más avanzado que el de él, pero ha sido tan rápido que apenas nos ha dado tiempo a reaccionar.
Desde aquí, y para aquellos que me leen, quería daros un consejo y es que disfrutéis de vuestros familiares, ya sean abuelos, padres, hermanos..., porque llega un momento en la vida en el que nos faltarán y nos arrepentiremos de todo aquello que no tenemos y pudimos tener.
(Foto: Silla de ruedas donde mi abuela pasa sus horas...)
Sígueme en 'Hablando un poco de'


No hay comentarios:
Publicar un comentario